9 / noviembre / 2011
Tengo
Poesía para niñas bien, Tits is my bowl desde que salió de imprenta, antes que la misma Txus. Lo recogí en el Festival de Perfopoesía de Sevilla, cuando era un recién llegado, un recién nacido. Es más, me colé en la editorial y es de ahí de donde extraje la primera foto que aquí se muestra. Luché por no llevarme todos y cada uno de los ejemplares, compré uno para regalarlo (y ya he comprado otro para el mismo fin), porque el mío me lo mandará la misma Txus en un futuro, firmado y besado, que una es muy fetichista para eso.
He querido escribirle algo que describa lo enganchada que me tiene a su poesía desde que en ese vuelo Sevilla-Alicante consumí con ansiedad cada verso. Pero cuando algo me importa, me gusta, me merece la pena, salta el bloqueo -algo similar a un miedo atroz escénico no tratado en consulta, a no llegar a decir lo que de verdad quiero decir, quizás sea eso-.
Tengo dos gatos: Darío, el que aquí aparece, no ha dejado de leerla desde que la descubrió (mira para otro lado porque está procesando datos, y pone cara de eso, de pasmado; razones tiene). El otro, Lui, es más visual y es quien ha elegido la parte gráfica que es la tercera pic de este post.
Poesía para niñas bien es una bomba estallándote en la cara, es la poesía del fracaso contado más tierna que he leído jamás. Es el éxito de ser, y dejar ser, de ver en la pluralidad belleza, de la conquista. Es poesía queer, muy bollo (The camionero who lives inside me dice / que adora tus tetas, cómo se mueven...), es dura porque tiene que serlo, es dura como lo han sido con ella (Ahora me queda disimular, / apretar fuerte los ojos, / esperar a que pase el rato de las lentas / que está durando demasiados años). Es clara, tan clara que incluso a mí me saca los colores. Y cómo me gusta que me los saque, que se meta dentro, sin remisión. La tengo en cada poro, a ras de piel, en cada mililitro de sangre corriéndome alterada, conquistándome en cada quiebro.
No soy de las que releen poemarios, suelo leer tranquila, con pasar una vez me basta. Con Txus no, ella me falta más. Dos lecturas y estoy segura de que habrá una tercera, una cuarta, una quinta... (caso totalmente excepcional). Tendré que reprimirme, espaciarme como lo hago, para sacarle todo el jugo en cada parada de metro poético. No he querido ni tomar una sola nota en él, reservo el momento también, la preservo para ensuciarla como es debido.
Es un animal de ternura, se le ve en los ojos y en cada gesto.
Poesía para niñas bien es poesía para levantarle la falda a Sonia cuando eres niña; el poemario que siempre quise escribir sobre la infancia, sobre mi vida, sobre ser lo que crees ser cuando crees que no lo es nadie, sobre mis técnicas de seducción que no se pueden llamar así; es poesía de la belleza (el poema La belleza / no era Stendhal me mata de amor); es cogerla y no soltarla.
Lo que siempre quise decir del perfume como feromona de perdición.
Es leer cómo jura sobre el nombre de Gloria Fuertes y le ofrecería cada parte de mi alma para que jugara a descomponerla, y a poetizarla.
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Dos de sus poemas (ilustración, diseño: Cisco Bellabestia):
Y hasta aquí puedo leer
Pasivas, sedentarias e hipercalóricas,
gordas, obesas
y con una considerable masa corporal.
Negras, oscuras, ocres y pardas,
latinas, chinas y no tanto,
con su buena mata de pelo
-en pecho si hace falta.
Filiformes, sílfides, náyades,
pequeñísimas, delicadas
y con esos huesecillos tan marcados
-clavículas se llaman.
Blancas, como María de Medeiros,
con carita de virgen del renacimiento,
pálidas y limpias de piel
-sin pelo alguno.
Hormonadas y sin hormonas,
con polla
-de plástico, látex, carne o cristal-
y sin ella.
Masculinas, femeninas, intersex, andróginas,
solteras, casadas, monjas, viudas, enamoradas.
Ellas.
Todas.
Mierda.
Me gustan todas.
Espita gorgorita loquesedanosequita,
conviérteme en...
No, la llevas tú
porque resulta que parabas
un dos tres pajarito inglés
sin mover los pies
y ahora te toca a ti,
porque tú eras la princesa
y yo no jugo a esto
si no te sientas conmigo
y hacemos arena fina,
pero te cambio tres cromos
si metes las canicas gordas
y te regalo dos cromos de picar
y el álbum de Dartacán entero
cuando me des el panconchocolate
y aprendas a ir en la BH del tete,
churro,
mediamanga,
mangotero,
la Milán nata no se come,
no se roen los Plastidecors,
ni se rompen las ceras Manley,
los lápices sirven para ir a hacer punta
a la papelera y hablar de las bragas de Sonia.
Tengo una pegatina Orzowei
y un póster de Hombres G
en mi carpeta,
un Bollicao en la cartera
y un corazón roto
desde los 12 años.
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Comprénselo, anda: no habrá arrepentimiento posible.
Sólo placer subversivo, sexo, dolor y diversión.
Te conquista de un modo inconsciente, primario;
perfectamente elaborado, sí.