y por la cuerda floja

Y a veces una repite temas en la poesía, se da cuenta y vuelve sobre sí misma, repetición y vuelta a empezar con la cantinela. Si alguien por aquí ha leído La historia sin nosotras de una tal Alicia G. (y otros nombres) quizás el tema le recuerde en algo a Portamos muertos, un poema que hay en él.  "Ciudadanos forjados en el luto". Pero con variaciones, claro. Si no las hubiera lo estaría yo.



Portamos muertos II
Estoy temblando y sólo tengo ganas de llorar,
lo cual no quiere decir que esto sea un drama
-que no lo es-.
Estamos destinadas a encontrarnos, donde sea.
Me recuerdas a  mujeres que he amado,
completamente nueva, con ese olor a nuevo
o a libro -a pesar de la química o por eso mismo-
que tanto sujeta al presente que es la vida.
Equilibrio en el camino
y por la cuerda floja, ¿quién da más?

Tengo muertos bailando desenfrenada,
torpemente en el pecho izquierdo.

Allí hay un hueco
abierto a cada trozo de aire
que consumimos benditas,
horizontales.
Tengo un truco, soy de intentarlo
aunque salga mal.
Tengo un as en la manga.
Es la verdad.

Y así, cuando te da en toda el alma
-o en toda la nuca-
un síndrome fuerte de Stendhal
ante la belleza de la muerte
creemos por error o por gracia
que son muertos
que llevamos en el pecho.

-Los vivos fastidian más-.

▼ Alicia G. 


Y el otro día desapareció un poema en este blog, qué cosas. Fue la semana pasada. Lo de las -malas- conexiones no ayuda mucho a veces. Y hablaba en ese poema, en su introducción, de cómo esta canción es otro golpe del pasado en el cogote, unida al ahora, al aquí, gracias a Emika. Gracias, Emika, por hacerla nueva, que huela a nuevo.

Hace que olvide que odiaba el tema de Chris Isaak, y lo odiaba por lo mucho que se repetía allá a finales de los 80 (y no me he equivocado con la -poca- memoria de niña que tengo, lo he sabido al chequear en la red: 1989. Hitazo de la época). Recordaba ir en un descapotable, o en un coche que corría mucho y levantaba el alerón, no sé si uno (otros) momentos. Lo recuerdo a él conduciéndolo.

Y mi vida, como la de otros y en mi caso, se divide, su memoria: por canciones, viajes, olores, perfumes de las cosas y vueltas a casa. Mientras tanto, en el campo, ya nadie echa el perfume de papá. Por ahora. Todavía queda. El bote se quedó entero, recién comprado.







Cementerio Pere-Lachaise.

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