SLOVENIAN SCALE / ESCALA ESLOVENIA
Un artículo sobre poesía, trata de blancas, sectas, clubs de techno y mujeres eslavas.
Alicia García Núñez
-Publicado en el Suplemento Arte y Letras del Diario Información.
Jueves, 27 de diciembre de 2012.
Aquí la galería de fotos-
Me separan 15 horas de noche, hierro y raíles con
varios transbordos de Ljubljana, capital de Eslovenia, y de lo que fue un sueño
de adolescencia. Trenes que comienzan su recorrido en Berlín, estación de
Friedrischain, y que harán escalas en Göttingen y München (Gotinga y Múnich en
castellano, aunque queda como mucho menos cosmopolita,
Gotinga sobre todo).
Escribir rodeada de bosque, resguardada en una
casa de montaña durante un mes al año. Mi sueño era gallego; pasar el verano en
el norte era todo cuanto pedía. Y escribir con calma.
Si cambio Galicia por Eslovenia, el norte de España por Centroeuropa y por ejemplo el pueblo de Corcubión por Kočevje, me encuentro con una residencia literaria de tres semanas auspiciada por el Center za slovensko književnost o lo que es lo mismo: Center for Slovenian Literature.
Soy poeta, me gusta el género, estoy orgullosa. Me da miedo. Me tiembla el cuerpo. Siento orgullo. Eso no impide que cada vez que lo confieso tape mis ojos en un modo parecido al del testimonio de televisión sin revelación de identidad. A mucha gente le suena extraño. A mí me parece fácil. Mejor: natural. No soy artista, escribo desde siempre; o soy NOartista. Si lo que quieren es colocarme un adjetivo llámenme poeta, no poetisa, o NOpoetisa. En mi vida profesional me dedico a otras labores, aunque la poesía cada vez se torne más en algo profesional.
De Ljubljana o Liubliana me llevarán a Kočevje: osos, temperaturas menos elevadas que las de la infernal conjunción verano-humedad; bosques, un lago, bloques comunistas por doquier, edificaciones art nouveau, casonas de antaño, allá por 1900. Los eslovenos están orgullosos de su cultura y con motivo: la cuidan mucho. En el centro de la capital una estatua de bronce, ya verde musgo permeada, homenajea a su poeta más afamado: France Prešeren. La musa se eleva por encima de él, le sostiene la pluma.
Sí, no hay soldado.
Pluma, musa, poeta.
Si cambio Galicia por Eslovenia, el norte de España por Centroeuropa y por ejemplo el pueblo de Corcubión por Kočevje, me encuentro con una residencia literaria de tres semanas auspiciada por el Center za slovensko književnost o lo que es lo mismo: Center for Slovenian Literature.
Soy poeta, me gusta el género, estoy orgullosa. Me da miedo. Me tiembla el cuerpo. Siento orgullo. Eso no impide que cada vez que lo confieso tape mis ojos en un modo parecido al del testimonio de televisión sin revelación de identidad. A mucha gente le suena extraño. A mí me parece fácil. Mejor: natural. No soy artista, escribo desde siempre; o soy NOartista. Si lo que quieren es colocarme un adjetivo llámenme poeta, no poetisa, o NOpoetisa. En mi vida profesional me dedico a otras labores, aunque la poesía cada vez se torne más en algo profesional.
De Ljubljana o Liubliana me llevarán a Kočevje: osos, temperaturas menos elevadas que las de la infernal conjunción verano-humedad; bosques, un lago, bloques comunistas por doquier, edificaciones art nouveau, casonas de antaño, allá por 1900. Los eslovenos están orgullosos de su cultura y con motivo: la cuidan mucho. En el centro de la capital una estatua de bronce, ya verde musgo permeada, homenajea a su poeta más afamado: France Prešeren. La musa se eleva por encima de él, le sostiene la pluma.
Sí, no hay soldado.
Pluma, musa, poeta.
¿Cómo no pasar a saludarlo cada vez que paseo por la ciudad con cierta prisa
para no llegar tarde a una cita en busca de un café que sepa a café?
Y ahora es cuando les doy a elegir entre 4
opciones subdivididas en dos partes supuestas, quédense con la que prefieran,
como diría mi madre: con la que más rabia
les dé.
La
versión materna antes de que se desarrollaran los
acontecimientos, muy resumida. Hard and
light version:
Opción
A. Hard version: Me separan
15 horas en tren de la esclavitud sexual en un país del Este –que en realidad
ya es Centroeuropa pero da igual- del que no conozco apenas nada, Eslovenia.
Allí me espera el capo, rubio, bien alto, de un entramado de trata de blancas
que me prostituirá y me drogará para anular mi voluntad de diario, varias veces.
No sabré cómo salir de allí.
Opción
B. Light version: Me separan
15 horas en tren de una secta eslovena o yugoslava –todavía siguen allí- que me
quiere utilizar y lavar el poco cerebro que traigo de España para extender la
palabra de Diosa. Una vez llegue a la estación alguien me espera con un saco,
me habla en lengua eslava y en verso, pero aún así lo entiendo, es un enviado,
estoy convencida. A la vuelta extenderé la palabra divina llamada Poezija
(poesía, la j es i), una
nueva religión para ateos. Algo así como la cienciología pero más underground y
con rima.
Opciones
posibles según la protagonista, una periodista-poeta pequeña, y ágil:
Opción
C. Hard version: Me separan
unas 15 horas en tren con varios transbordos de mi sueño adolescente. Llego a
mi destino, un señor hosco me recibe en el andén Nº 5 de la Železniška
postaja, todos los hombres con los que me encuentro son hombres grises, a pesar
de lo rubios y altos que me puedan parecer por mi altura –también hay mucho
moreno.- Tengo la obligación de recitar en dos ciudades; todo bien, sin
imprevistos.
Escribo, escribo y me disfrazo de turista con cámara y gorro en la ciudad que rinde tributo a Prešeren, ni le miro cuando paso. Me queda, de lo que allí escribo, un libro deslavado pero bien medido en estructura, métrica y versos.
Escribo, escribo y me disfrazo de turista con cámara y gorro en la ciudad que rinde tributo a Prešeren, ni le miro cuando paso. Me queda, de lo que allí escribo, un libro deslavado pero bien medido en estructura, métrica y versos.
Opción
B. Light version: Llego a
Ljubljana rota tras 15 horas de tren, el culete cuadrado, partida en trocitos
pequeños tras pasar la noche en diferentes vagones, viendo amanecer a través de
los campos alemanes, sus cabañas, su campiña, sus bosques. Me recoge Matjaz,
hay una hora de camino hasta Kočevje.
Allí me esperan Andreja y Nik Kosten, un adolescente que me hará de guía
durante veintiún días. Paso tres de las semanas más iluminadas de mi vida. Los
áboles, los osos, el aire que se respira. Marco mi cuerpo con aguja y tinta en
esloveno: “poezija” en typewriter Font.
Recito en Kočevje, los adolescentes eslovenos son muy majos. Todo el entramado
que me ha traído hasta aquí tiene que ver con la lucha por los derechos LGTBI. Brane Mozetic, además de ser un encanto de
señor, es poeta y narrador, el director del centro que me concede la beca y del
festival de cine LGTBI de Ljubljana. Conozco a y me traduce al esloveno Ciril
Bergles, un poeta y traductor longevo que compartió parte de su juventud y de
su intimidad con Jaime Gil de Biedma. Un honor. Le hago una reverencia a
Prešeren cada vez que paso por delante de lo que se supone que es él, su
estatua verde. Le sonrío a su musa. Otro honor.
Duermo o más bien doy vueltas en la cama de una antigua cárcel yugoslava. Bailo techno en el Klub Monokel como si fuera mi última noche -o casi-, gin-tonic en mano en Metelkova, el complejo con aspecto okupa, pero nada que ver, donde se reúnen los artistas locales y foráneos.
Recito en un bar de ambiente, el Cafe Open. Alli la técnico de sonido, músico y dj, tiene unos ojos verdes de gata eslava que volverían loca a cualquiera. Tomaremos café varios días en un bar donde sirven verdadero café. Yo pediré siempre sucedáneos, excepto el último día. El mismo en el que nos miramos sin decir nada durante intervalos de tiempo eterno. Mejor que el sexo, stare at each other y volver a mirarse la una a y en la otra.
Habré escrito un libro llamado Más cicatrices me hacen más alta / More scars make me higher. -Slovenian Scale / Escala Eslovenia.- Busco editor.
Incluiré cada vez que tenga ocasión al Center for Slovenian Literature en los agradecimientos. Gracias, Brane, por la oportunidad.
Pluma, musa, poeta.
A mí me parece difícil. Mejor: natural.
A mí me parece difícil. Mejor: natural.
amanecerte
Aquí; el bosque, la bruma, la lluvia.
Aquí; el bosque, la bruma, la lluvia.
Las torres.
Todas las escaleras
hasta la cumbre.
Tan duro, tan sencillo
como volver
desnuda
a ésta, yo.
Amanecernos-té.
Esta humedad te parte
el hueso del corazón*.
Alicia G.
:::::::
*en la versión del Diario no aparecen estos dos últimos versos y son un poco esenciales, para mí; no pasa nada. Aquí sí.
Y le pongo música, por qué no ésta:
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*en la versión del Diario no aparecen estos dos últimos versos y son un poco esenciales, para mí; no pasa nada. Aquí sí.
Y le pongo música, por qué no ésta:
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