Tresor Berlin
Aquí la noche
se siente dentro.
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Dejando a un lado los estilismos de la Kittin (se ponga lo que se ponga y en cada vídeo, discreta para lo que es por otra parte y en este caso) y advertencia por delante de que este remix de Vitalic puede resultar repetitivo y algo duro para más de uno y más de dos...
La electrónica me recarga baterías. Correr, por ejemplo, con mantras como estos me ayuda a guarecerme de mí misma. Y cómo no: bailar. Y al final también: que todo vuelve, no pudo ser en Berlín ver a The Hacker en frente de casa, en el Tresor {había que elegir y ganó Oliver Koletzki
pero será mañana, a 20 minutos de Elche.
Todo vuelve una y otra vez,
y se repite.
Literalmente, un par de versos de lo que será mi próximo poemario publicado (Sombras cuarteadas de neón, en el que ya trabajan mis editor*s como chinos del sur) que parece hecho a medida de este post y que ya han caído alguna vez por aquí:
Es la electrónica un camino irreversible
y tras la muerte sólo hay loops.
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